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Esencia

Hace más de dos años que viajé a estas tierras del sol y vino. Mendoza me arropó con la calidez particular de su gente, mientras la montaña, entre miradas, me acompañaba.

Mis estructuras tambalearon, llegué al borde del desconocimiento y toqué fondo. Me subí al péndulo de depresión y alegría, mientras la incertidumbre permanecía bajo mis pies. 

Se me anudaron las palabras, se me entumecieron las manos y mi ceguera me inmovilizó. Fui autómata para sobrevivir y a la vez no. Transcurrí los días inconciente de que mi conciencia aún permanecía intacta, tomando en cada experiencia sorbos de claridad. Viví penumbras, aún más oscuras que las anteriores. 

Pero hoy mis manos laten y mis palabras suenan. El péndulo comienza a pararse. 

Lo sé, muté, una vez más, pero a la vez siento y sé que volví a lo mismo...a ese lugar que llamo Esencia.

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