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La jungla de la pertenencia



En esta jungla humana busco un final sin sentido. Desorientada tengo sed de una meta o  un objetivo que de alivio, que calme y rompa el ruido. La paz no existe si se va en la vida con el consumo como abrigo.


En esta jungla transito entre millones de neuronas colapsando, entre ideas y sensaciones, entre mentiras y huidas.


Para qué sirve la vida si día a día luchamos por conquistar y apropiar. Nos quejamos de las conquistas del pasado y del presente, pero resulta ser que somos una réplica individual de lo mismo. Estamos continuamente conquistándonos a nosotros mismos, pisoteando nuestros sueños y  anteponiendo nuestras estructuras inflexibles.  Somos avariciosos de lo nuestro, envidiamos lo que nos suena diferente, pero somos tan soberbios que no nos atrevemos a aceptar la diversidad, no somos capaces de asumir la totalidad.


Las palabras, las manos, la tecnología y el estúpido papel moneda nos ata, pero para qué sirve la vida si siempre buscamos culpables de nuestra propia atadura, de nuestra propia adicción a lo que duele y hace “mal”. De qué me sirve respirar si no lo acepto...

Voy comprendiendo… estamos aquí para acompañarnos, no para pertenecernos.

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