Escapa del abuso de gerundios. No te pases andando, yendo y viniendo. Se directa. Destila o desenreda los adverbios. No te refugies continua mente en las letras cómoda mente hechas. ¡Sal de la mente ! Una palabra no siempre es contenido. Reordena. Lee, sino te gusta, cambia el orden de las palabras. Vuelve a leer, y sigue cambiando las veces que sea necesario. Simplifica. Menos en más. Resta obviedades. Lo bonito o importante para ti puede restar fuerza al relato. Borra palabras vagas. Suprime: cualquiera, algo, varios, alguno, alguna. Atrévete a ser precisa. Abrazo los sentidos. No es lo mismo escribir un mar que, un mar rugoso con estelas verdes y suspiros salados. Se paciente. El mayor acto de humildad de un escritor es la paciencia. Escribe y después deja tus ideas descansar. La prisa y el ego no hace bien. Cada texto tiene su ritmo de gestación, aprende a escucharlo. Se abierto. Afrontar ideas externas es aterrador, pero también excitante...