Tus letras rojas y lomo antiguo bajaron mi mirada. en apariencia eras inofensivo. Mentira. Te toqué y fuiste un lento veneno que penetró con cada palabra que leía de ti.
  Sumergirse en el dolor de las sombras,   en la oscuridad plena,   ahí   donde habitan los miedos,   donde la respiración se entrecorta     y huele a pánico.       Mirar de nuevo los monstruos,   las heridas,   lo que dejaste podrir   debajo de la alfombra.       Tomar el desequilibrio     y brincar,   impulsarse en el aire,   sin contener el mareo.       Recordarse alma,   Sacudir el cuerpo   Enraizarse en el vuelo.       Dejar el control,   descansar,   observar...              Navegar.
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