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Mostrando entradas de marzo, 2020

Día N+3: Papun(m)

Hoy los cumplirías feliz. Estarías organizando una comida, ordenando al chofer subir cincuenta sillas, poner el mantel, comprar la cerveza y la botana. Estarías cuidando hasta el último detalle de tu fiesta de cumpleaños. Mientras nosotros, tus nietas, nietos, hija e hijos, estaríamos preocupados ante tu terquedad de festejar los 93 años en plena contingencia de salud. Tal vez recibiríamos uno que otro grito ante nuestros comentarios, pero estarías feliz. A tu manera, muy papun(m). Querido abuelo, ayer te recordaba con cariño. Con la bendición de haber disfrutado tus pláticas, preguntas, anécdotas, ocurrencias y el temperamento que te creaste. Eras duro, pero en los últimos meses que compartí contigo descubrí a un ser humano igual que yo, lleno de temores, sueños, fuerza y esperanza. Para ti el presente era tener los ojos abiertos ante el futuro. Eras visionario. Hoy que no estás querido papun(m) quiero contarte que planear se puede poco, que el futuro es incierto, que lo único...

Día N+2: Naranja Flúor

Hoy el Facebook me recordó una imagen que publiqué en el 2014. En ese tiempo vivía en la Ciudad de Mendoza, Argentina. La imagen me hizo reflexionar lo siguiente: Hay una parte de tu vida (o toda tu vida), en donde te escondes. No dejas que te vean, pero quieres ser vista. A mí me gustaba brillar... en el suelo, pero brillar. Por eso amaba tanto mis sandalias naranja flúor. Era un brillo desapercibido que desafiaba mi autoestima. ¿No crees que es mucho?, me decía. Me gustan los colores flúor, expresan algo mío. Un destello de locura, una dulce creatividad. Esto de brillar en el suelo pesa. He notado que poco a poco me visto con colores más vivos. Poco a poco mi baja autoestima no me pregunta: ¿no será mucho? Está decidido. Pasando la contingencia buscaré una prenda naranja flúor.

Día N+1

Ayer fueron las primeras veinticuatro horas sin salir de casa. La verdad es que se empieza a extrañar la rutina. Descoloca el cambio de actividades, parece un domingo continuo y sin fin. Trabajar, limpiar la casa, trabajar, mirar las noticias, estudiar, revisar las redes sociales, escribir un mensaje, revisar las redes sociales, estudiar, mirar las noticias, reflexionar. Reflexionar sobre la crisis, sobre mi privilegio de clase. Pararse de puntitas ante el abismo que anuncia la ruptura de paradigmas y el cobijo de la incertidumbre. ¿Cuál es la normalidad a la que queremos volver? Esa es la pregunta que resonó hoy en las paredes de mi casa, es el cuestionamiento que nos hacemos mi marido y yo con el silencio de la calle, con la ansiedad muda de mi dermatitis, con el corazón.

Día N

Durante la pandemia del coronavirus 2020 escribo textos esperando que la ansiedad explote en palabras y la creatividad dé vida en el caos. Mi boca relata los aprendizajes en terapia, mi esposo escucha atento mientras un sartén derrite mantequilla, salivo y recuerdo: estoy a dieta. Las tareas de la universidad, las noticias y ajustes laborales no me permiten sentarme a escribir, pero observo la agridulce situación. Aún no estoy en cuarentena, me toca ir a trabajar. En el camino experimento esta "sana" distancia que pesa al no poder abrazar a mis padres y aquellos que quiero ¡Qué irónico! El contacto físico y yo hemos librado batallas con balas de ansiedad. Añoro tus abrazos, tu risa, tu voz. Hoy estarías cumpliendo 80 años, pero decidiste no festejarlos en esta Tierra. Tita amada, te celebro en este silencio que evoca más de mil palabras. Te celebro en este escenario de contingencia de salud mundial. Te celebro es este espacio de amor por mí que cada día  voy construy...